VIVIENDO BAJO LA LEY DE
DIOS
UN ESTUDIO
por GARY RAY BRANSCOME
"No penseis que vine a derogar a la ley o a los profetas: no
vine a destruir sino a cumplir. En verdad os digo que el cielo y la tierra
pasarán, pero ni una jota o una tilde de la ley pasarán hasta su cumplimiento."
(Mateo 5:17-18).
El versículo llanamente nos dice que Cristo no suprime las leyes
de Moisés. No las destruye, no las reemplaza con otro conjunto de leyes
diferentes. Las cumple. Y por su cumplimiento en lugar nuestro, nos libera
de la atadura y maldición de la ley (Romanos 7:4 y 10:1-4).
En el día de Pentecostés, tres mil judíos aceptaron a Cristo
como Salvador (Hechos 2:41). Por fe esos judíos fueron liberados de la
ley. Ya no tenían que ofrecer animales en sacrificios (Hebreos 7:12). Ya
no tenían que evitar ciertas clases de alimento (Hechos 10:10-16). Sin
embargo, aún tenían que obedecer las leyes políticas del Viejo Testamento.
No porque su salvación dependiera de ello, sino porque esas leyes eran
las del país (1 Pedro 2:13-14).
Todos los cristianos que vivían en Israel para ese tiempo, tanto
judíos como gentiles, estaban bajo sus leyes políticas. La ocupación romana
había puesto ciertas restricciones en cuanto a la ejecución de las mismas,
pero no habían sido derogadas. Y solamente por razón de no vivir en Israel,
esas leyes políticas no eran obligantes para los cristianos residentes
fuera del país. Pero no porque hubiesen sido quitadas.
LAS LEYES POLÍTICAS DE ISRAEL
Las leyes políticas de Israel, a diferencia de las religiosas
o culturales, se relacionan todas con los "Diez Mandamientos", y tienen
que ver con el gobierno del pueblo. Pueden ser fácilmente reconocidas porque
tratan con litigios civiles, o bien porque llevan penalizaciones asociadas.
(Ver Éxodo 21 y 22; Levítico 20 y otras similares.) En cambio, para las
leyes religiosas o culturales, la Biblia no especifica penalización alguna
asociada a su incumplimiento (Ver Deuteronomio 14,15 y 16; o Levítico 4
y 5, etc.).
Las leyes políticas de Israel constituyen el más sabio y justo sistema
de leyes jamás diseñado. A pesar de lo cual se le dio mala fama, pero eso
fue por causa de ignorantes legalistas, que se pusieron a inventar penalizaciones
para quienes incumpliesen con las reglamentaciones religiosas o culturales.
Fallaron en ver que donde Dios no especifica penalizaciones, es porque
no quiere que ellas sean impuestas. Pueden aparecer como personas muy piadosas,
pero en realidad son perversos rebeldes, que suman añadidos a la ley de
Dios, cosa que Él ha prohibido de modo específico (Deuteronomio 4:2 y 12:32).
Por culpa de personas como esas, mucha gente en nuestra sociedad ve en
la ley bíblica una fuente de tiranía antes que de libertad; pero nada podría
estar más lejos de la verdad.
Los gobernantes de un país a menudo toman ideas de las leyes
de otro país. No hay nada malo en ello; y nada malo en tomar ideas de las
leyes de Israel. Todo gobernante tiene un derecho dado por Dios para aprender
de las leyes de Israel, y para incorporar sus disposiciones en el sistema
jurídico de su propia nación (Romanos 13:1; Filipenses 2:1).
LA CONSTITUCIÓN INGLESA
La Constitución inglesa no consiste en un documento, sino en varios,
y un conjunto de muchas leyes que determinan cómo se constituye el Gobierno.
La Carta Magna es uno de esos documentos. Otro es la "Petición de Derecho"
de 1628 (Petition of Right). También está la "Carta de Derechos" de los
ingleses, de 1689 (Bill of Rights).
Una de las piedras fundacionales de la Constitución inglesa es el
código de leyes adoptado por el Rey Alfredo (también conocido como Alfredo
el Grande, 871-899 d.C.)
El Rey Alfredo vio en la ley divina la fuente de todos los principios
básicos fundamentales de las buenas leyes. Por consiguiente, si bien tuvo
en consideración la legislación por la cual gobernaron sus predecesores,
también tomó prestado libremente de la Biblia: al código que estableció
para Inglaterra (878 d.C.) le incorporó tanto los "Diez Mandamientos" como
otras leyes políticas de Israel. Este código de Alfredo es el fundamento
del sistema inglés de "derecho común" (common law). Y a su vez, el sistema
inglés de derecho común es básico para el sistema jurídico de EE.UU. Puede
verse más sobre el tema en el libro "De Alfredo a Enrique III" (From Alfred
to Henry III), por Christopher Brooke.
Al incorporar la ley bíblica a su propio código legal, el Rey
Alfredo liberó a aquella ley de quienes la interpretaban de un modo rígido
o "legalista". Esto dio a las leyes bíblicas una cierta flexibilidad, muy
acorde con la libertad cristiana. Esa flexibilidad permitió a tales leyes
conformarse a la cultura inglesa; y cuando los ingleses emigraron a América
del Norte, trajeron con ellos su sistema legal. De este modo los gobiernos
coloniales que los emigrantes fundaron fueron cimentados en la ley inglesa.
LA CONSTITUCIÓN DE ESTADOS UNIDOS
Aquellos gobiernos coloniales que enviaron delegados a Filadelfia
-y les facultaron para adoptar la Declaración de la Independencia y nuestra
Constitución nacional-, fueron gobiernos fundados sobre la Constitución
inglesa. Esos gobiernos no estaban tratando de reemplazar su propia Constitución.
La Constitución nacional no estableció nuevos gobiernos para los Estados,
porque fue solamente otra adición más a la Constitución inglesa, que esos
Estados ya tenían. Esta es la razón por la cual los abogados estadounidenses,
por más de un siglo después de la Guerra de la Independencia, se entrenaron
estudiando los comentarios de Blackstone a las leyes de Inglaterra ("Commentaries
On The Laws of England"). Y cuando nuestra Declaración de la Independencia
se refiere al derecho a "la vida, libertad y prosecución de la felicidad",
está reclamando para los estadounidenses el mismo derecho a la vida, libertad
y propiedad garantizado a todos los ingleses por la Carta Magna.
Los gobiernos coloniales americanos declararon su independencia
de Inglaterra para preservar su Constitución inglesa. No quisieron subvertirla.
Toda su queja era que el rey trataba a los americanos como si no tuviesen
derechos constitucionales. Era el rey quien quería negar a los colonos
aquellos derechos garantizados bajo la Constitución inglesa, derechos de
todos los ingleses.
Como nuestro sistema de gobierno estadounidense se funda en la Constitución
inglesa, los Diez Mandamientos son tan parte de nuestra Constitución nacional
como el documento adoptado en 1789. Esta es la razón por la cual los Diez
Mandamientos están inscritos en el Edificio de la Corte Suprema en Washington,
D.C. ¡Nuestro sistema de jurisprudencia legal se funda en los Diez Mandamientos!
Para saber más sobre las raíces de nuestro sistema de gobierno libre,
recomiendo el libro "Una mejor guía que la razón" (A Better Guide Than
Reason) por M. E. Bradford.
La mejor guía a que el autor se refiere es la de la experiencia
pasada. La experiencia es más confiable que la ideología. Y el Profesor
Bradford explica la tradición política "Liberal Vieja" (Old Whig), que
moldeó la visión del mundo de los hombres que escribieron nuestra Constitución.
En mi opinión su libro es una de las más valiosas contribuciones de las
que acompañan a la causa de la libertad. Vea por ej. la cita de una carta
que John Dickinson envió a la Convención Constitucional:
"La experiencia debe ser nuestra única guía. La razón puede
desorientarnos. No fue la razón la que descubrió el singular y admirable
mecanismo de la Constitución británica. No fue la razón la que descubrió
la sin par y -a ojos de quienes se gobiernan por la razón- absurda modalidad
de juicio por jurados. Probablemente esos descubrimientos se hayan producido
por accidentes, y la experiencia ha sido la que les ha dado su sanción.
Ella entonces ha sido nuestra guía."
CONCLUSIÓN
Actualmente, nuestro sistema bíblico de gobierno está siendo atacado
como nunca antes. Las mentiras ateas han oscurecido tanto la verdad, que
hoy mucha gente cree que es inconstitucional que nuestro gobierno promueva
los Diez Mandamientos. ¡Nada puede estar más lejos de la verdad! Si hemos
de preservar y transmitir a nuestros hijos ese sistema de gobierno libre
que Dios nos ha dado, entonces debemos entender su fundamento bíblico.
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