EL SANTO BAUTISMO
UN ESTUDIO
 

por Gary Ray Branscome

Lección 16

En preparación del ministerio de Cristo, y de la obra del evangelio, Dios levantó a Juan el Bautista para llamar a la nación de Israel al arrepentimiento.
A cargo de este llamado, Juan predicó el bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados (Marcos 1:4). Jesús continuó bautizando, y antes de ascender a los cielos, comisionó a Sus seguidores a predicar "arrepentimiento y remisión de pecados ... en Su nombre, entre todas las naciones", bautizando a quienes creen "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo." (Juan 3:22 y 4:1-2; Lucas 3:3; Marcos 1:2-3; Lucas 24:47; Marcos 16:15-16; Mateo 28:18-20).

Por esta comisión Cristo estableció el bautismo como institución permanente de la iglesia cristiana; vemos nuestro primer ejemplo de su cumplimiento en el día de Pentecostés: Pedro, habiendo reconvenido a sus oyentes de sus pecados, les urge a "arrepentirse y ser bautizados ... en el nombre de Jesucristo, para la remisión de los pecados." (Hechos 2:38).
Esta declaración nos dice que Pedro estaba predicando "el bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados." No hubo diferencia esencial entre el llamado al bautismo de Pedro y el de Juan (Hechos 2:38; Marcos 1:4; Lucas 3:3). En ambos casos, el bautismo fue para el perdón de los pecados. Vemos lo mismo otra vez en el bautismo de Pablo, cuando leemos: "¿Por qué te demoras? Levantate y sé bautizado, y lava tus pecados, invocando el nombre del Señor." (Hechos 22:16).
En este punto algunos lectores pueden expresar una voz de alarma: claramente ven lo que la Biblia está diciendo sobre el bautismo, pero están preocupados porque no pueden ver cómo sería posible conciliarlo con lo que dice sobre la justificación por la fe. Al tratar con pasajes como éste, nunca debemos explicar más allá de lo que Dios ha dicho. La dificultad consiste en entender el papel del bautismo en el perdón de los pecados; y lo importante aquí es los que Dios piensa, no lo que pensamos nosotros.

La Biblia nos dice que el perdón es un don o regalo gratuito, de la gracia de Dios (Efesios 1:7). También nos dice que tenemos acceso a la gracia por la fe solamente, sin las obras de la ley (Efesios 2:8-9; Romanos 5:2). Así que esto no parece dejar espacio para el bautismo. Sin embargo, si vemos un poco más, encontramos que la Biblia dice: "La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios." (Romanos 10:17). Lo que plantea una pregunta: ¿Puede que el bautismo sea la Palabra de Dios? ¿Puede ser la buena noticia del perdón en Cristo? ¿Que sea el modo de decirnos Cristo, que todo aquel que viene a Él por misericordia, es lavado de sus pecados? Si es así, entonces todo conflicto desaparece: lo que la Biblia dice sobre bautismo y perdón, concuerda perfectamente con lo que dice sobre justificación por fe.

Algunas personas encuentran difícil ver cómo el bautismo puede ser la Palabra de Dios, cuando no hay sonido entrando en sus oídos. Sin embargo, es gracias al lenguaje por señas que los sordos son capaces de escuchar el evangelio con sus ojos. Yo creo que el bautismo funciona igual. Cristo usa el bautismo para mostrar a quienes se arrepienten que sus pecados están siendo lavados (Hechos 22:16). Quienes salen del bautismo creyendo que Cristo ha lavado sus pecados, son salvos (1 Pedro 3:21). Pero son salvos no debido a poder alguno en la ceremonia, sino a que creen que Cristo les ha lavado sus pecados. El bautismo es la Palabra de Dios para el perdón, y la fe es creencia en la Palabra de Dios (Hechos 2:38 y 22:16; Marcos 1:4,15; Efesios 5:26; Tito 3:5-6; Lucas 3:3; Romanos 5:2 y 10:17).
 

EL BAUTISMO NO ES UNA OBRA

Tendemos a veces a definir el "bautismo" separado del arrepentimiento y la fe; pero los escritores del Nuevo Testamento lo definen en un contexto de arrepentimiento y fe en Cristo (Hechos 2:38). Definido de este modo, el bautismo puede verse como consistente en cuatro partes:

La primera parte es el llamado al bautismo, la llamada al arrepentimiento y a venir a Cristo por perdón (Hechos 2:38). Esta llamada es la Palabra de Dios.
Está después nuestra respuesta al llamado. Los judíos que escucharon a Pedro el día de Pentecostés, podían claramente ver que esta respuesta era un acto de fe, y no de obediencia: sabían que la ley no requiere el bautismo, y también que todos quienes se adelantaron para ser bautizados, "en nombre de Jesucristo para remisión de sus pecados", estaban aceptando a Cristo como Mesías.
La tercera parte del bautismo es la ceremonia en sí, que es la Palabra de Dios visible: la prenda del perdón de Dios a todos quienes se arrepienten y van a Cristo por misericordia. Esta prenda de perdón es evangelio, no ley. A través del bautismo, Cristo dice a todos quienes vienen: "Ánimo, tus pecados te son perdonados." (Mateo 9:2; Lucas 7:48).
La parte final es la creencia en que cuando nos volvimos a Cristo, nuestros pecados fueron lavados (Hechos 22:16). El bautismo es la Palabra de Dios dirigida a producir esta creencia. Cierto que podemos aceptar a Cristo por fe antes del bautismo; sin embargo, el bautismo fue dirigido a reforzar nuestra fe, asegurandonos que cuando vinimos a Cristo, nuestros pecados fueron lavados y quitados. Así como convertimos un acuerdo en un matrimonio oficial pasando a través de la ceremonia, de igual forma hacemos oficial nuestra aceptación de Cristo al permitirle a Él -mediante su representante-, lavar nuestros pecados (Hechos 2:38 y 22:16; Lucas 3:3; Juan 4:1-2; Romanos 10:17).

Una vez entendida la verdadera relación de bautismo a perdón, se hace obvio que aquellos que contradicen a Dios, enseñando que "el bautismo no es para remisión de los pecados, sino sólo un símbolo, o un acto de obediencia", están haciendo a la Palabra de Dios de ningún efecto, por causa de sus tradiciones heredadas (Marcos 7:13). Un acto de obediencia no puede traer perdón (Hechos 22:16) o salvación (1 Pedro 3:21. También: Hechos 4:12; Efesios 2:8-9).

Cuando hemos convencido a algunas personas, por la Palabra de Dios, de que son pecadores, y de que Cristo murió por sus pecados, deberíamos entonces seguir el ejemplo de Pedro, urgiendoles a arrepentirse y ser bautizados para el perdón (Hechos 2:38 y 22:16).
Como este llamado al bautismo es una llamada a venir a Cristo por misericordia, el acto de presentarse uno al bautismo es una apelación a Dios por misericordia. Es una manera de llamar al Señor por clemencia (Hechos 22:16). Como la Palabra de Dios, la ceremonia del bautismo es la prenda del perdón de Dios (una conciencia limpia) dada en respuesta a la apelación por misericordia (1 Pedro 3:21).

Dios nos llama a presentarnos pare el bautismo; pero el bautismo no es algo que nosotros hacemos. Por eso el "autobautismo" nunca es válido. Sólo Cristo puede limpiar nuestros pecados, y el bautismo es algo que nos hace Cristo a nosotros, obrando a través de su representante. Como el bautismo es la Palabra de Dios, tampoco es necesario que sea repetido, sino sólo que sea creído: Pedro y los otros discípulos nunca fueron rebautizados (Lucas 22:32).
 

NUEVA VIDA EN CRISTO

Jesucristo tomó sobre Sí nuestros pecados y murió en nuestro lugar (1 Corintios 15:1-3). Por Su muerte aseguró perdón para todos nuestros pecados (Juan 1:29); y tenemos acceso a ese perdón por la fe sola (Romanos 5:2). Es ese perdón el que nos lava de todo pecado, trayendonos vida y salvación (1 Juan 1:7). Por ese perdón, Dios no ve falta en nosotros (Romanos 8:1). Siendo sin culpa a su vista, somos libres de la sentencia de muerte, y somos pasados de muerte espiritual a nueva vida en Cristo. Esta transformación de muerte a vida es la primera resurrección (Apocalipsis 20:5-6). La segunda muerte no tiene poder sobre aquellos que han sido levantados de muerte espiritual a nueva vida en Cristo (Efesios 2:1,6, Colosenses 3:1). De esta resurrección espiritual también se habla como un instantáneo y nuevo nacimiento, como siendo nueva criatura. En cada caso, los términos terrenales son empleados para expresar la verdad de la salvación en Cristo (Efesios 2:1; Juan 3:5; 2 Corintios 5:17; Juan 1:12-13).
 

LA FORMA DEL BAUTISMO

La Biblia retrata el bautismo como un lavado espiritual (Hechos 22:16), que es en sí mismo una semblanza de la muerte de Cristo, su sepultura -entierro- y resurrección (Romanos 6:5). Esta semblanza enfatiza el hecho de que somos lavados de todo pecado a través de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Hechos 22:16, Efesios 5:26, Tito 3:5-6). Y sólo la inmersión conviene plenamente a esta semejanza.
Algunos pueden hacer un argumento en pro del bautismo por derramamiento o aspersión; sin embargo, ninguno de esos métodos retratan una semejanza con la muerte, entierro y resurrección de Cristo.
Otros pueden también alegar que lo importante es el arrepentimiento, y no la cantidad de agua que se emplea. Sin embargo, como el bautismo conviene a una promesa de Dios, deberíamos aplicar el agua de un modo que corresponda a la plena confianza, sin dudas. Lo último deseable para la gente, es un cuestionamiento de la validez de la promesa de Dios por causa de la forma como el agua es aplicada.
 

EL CANDIDATO PARA EL BAUTISMO

Debido a que el bautismo lo es "de arrepentimiento", nunca deberíamos a sabiendas bautizar alguien que no está arrepentido.
Esto no significa que vamos a comportarnos con escepticismo acerca de su sinceridad. Una tal arrogancia debe evitarse: no podemos ver en el corazón. No obstante, significa que con anterioridad a que las personas puedan ser bautizadas para la remisión de sus pecados, deben estar arrepentidas de ellos, y desear les sean quitados. Siendo así deberían ser bautizados, creyendo que en el bautismo es Cristo -mediante su representante- Quien lava sus pecados (1 Pedro 3:21; Hechos 8:36-37; 2:38 y 22:16).
Como el verdadero arrepentimiento es incompleto sin la fe en Cristo, nunca deberíamos a sabiendas bautizar a alguien que no cree que Cristo murió por sus pecados. Es importante que todos quienes vengan al bautismo entiendan el modo de salvación: deberían entender que Cristo es la fuente del perdón que les es ofrecido en el bautismo (Hechos 4:12; Juan 1:29). Por ende, deberían venir al bautismo buscando a Cristo por perdón y salvación (Hechos 2:38 y 22:16).
Los verdaderamente arrepentidos han renunciado al Demonio, y a todas sus formas y vías, y no quieren pecado en sus vidas. Por eso, después del bautismo los frutos del arrepentimiento serán manifiestos en sus vidas (Mateo 3:7-8); y el más importante de ellos es una disposición diaria a reconocer su propio pecado, y a buscar a Cristo por perdón (Lucas 18:9-14; Juan 1:47; Gálatas 5:4).
 

CONCLUSIÓN

Dios quiso que el bautismo jugara un papel clave en la obra de llamar al mundo al arrepentimiento y la fe en Cristo (Mateo 28:19). El bautismo no sólo separa a quienes aceptan el evangelio de quienes lo rechazan, sino que también es la prenda de misericordia y perdón para todos aquellos que aceptan a Cristo.
 

PREGUNTAS PARA ESTUDIO

1. ¿Qué predicó Juan el Bautista?
2. ¿Como qué estableción Cristo el bautismo?
3. ¿Qué era para la remisión de los pecados?
4. ¿Qué nos dice la Biblia que es el perdón?
5. ¿Qué hacen quienes contradicen a Dios?
6. ¿Cuál es la primera resurrección?
7. ¿Cómo retrata la Biblia el bautismo?
8. ¿Deberíamos aplicar el agua de modo que convenga a la confianza o a la duda?
9. ¿A qué han renunciado quienes están verdaderamente arrepentidos?
10. ¿Qué es importante que entiendan todos quienes vienen al bautismo?