EL GRAN ANTICRISTO
UN ESTUDIO
 

por GARY RAY BRANSCOME

Lección 19

 La Biblia nos advierte que se levantarán muchos falsos Cristos y anticristos, mas también nos previene acerca de un engañador específico, que se distingue del resto como gran destructor de almas. En este ensayo quiero mostrar que la Biblia también identifica a este gran Anticristo como el papado romano (Mateo 24:15,24; 1 Juan 2:18,22 y 4:3, etc.)
 

EL PAPA ALEGA SER DIOS

 El Apóstol Pablo, en su epístola a los Tesalonicenses, nos dice que este gran Anticristo es uno "que se opone y se exalta a sí mismo por encima de todo lo que se llama Dios o recibe adoración; así que es como Dios sentado en el templo de Dios, mostrandose a sí mismo como siendo Dios." (2 Tesalonicenses 2:4).

 Por siglos los papas se han sentado en el templo de Dios, tomando para sí mismos adoración y honores que pertenecen sólo a Dios. No sólo es costumbre para quienes se presentan ante el Papa besar sus pies, sino que también toma él para sí mismo títulos que pertenecen sólo a Dios, e incluso alega ser Dios.

 De acuerdo al Papa Inocencio III, "el Papa toma el lugar del Verdadero Dios." El derecho canónico en su glosa llama al Papa "Nuestro Señor Dios", y los canonistas dicen que "el Papa es el único Dios que tiene todo poder en el cielo y en la tierra." Hace algunos años Pío XII tenía una medalla acuñada que lo describía como "el Salvador de Roma."
Y en la época de su coronación, Alejandro VI tuvo un arco de triunfo, erigido con una inscripción en latín, donde se leía "Por César fue Roma grande, pero ahora es máxima, cuando reina Alejandro VI. El primero fue hombre, este es Dios." Otra inscripción en su honor decía: "Libertad, Pía Justicia, Dorada Paz, los dones que son vuestros, Roma, este nuevo Dios te los ha dado." (Para más información puede verse el libro de E. G. Behm: "Evaluación del Papado" (The Papacy Evaluated).
 

CRISTIANOS CATÓLICOS IDENTIFICARON AL PAPA COMO ANTICRISTO

 Mucho antes de la Reforma Protestante, la idea de que el Papa es el Anticristo de que hablan las Escrituras fue expresada por cristianos católicos.
De hecho, antes de que el Obispo de Roma alegara ser Papa, los cristianos creyentes identificaron a la cabeza del Imperio Romano como un Anticristo. Y eso no sólo porque había perseguido a la Iglesia Cristiana, sino también porque alegaba ser Dios.
Pero cuando el Emperador Constantino hizo de la Cristiandad Católica la religión oficial del Imperio Romano, este Anticristo se convirtió en cabeza de la Iglesia Cristiana. Y cuando la capital se mudó a Constantinopla, el Emperador romano y sus sucesores continuaron como cabezas de la Iglesia cristiana en Oriente. Y en Occidente por su lado, el Obispo de Roma fue a llenar el vacío que quedó cuando la ciudad de Roma dejó de ser capital del mundo por entonces conocido. Tomando para sí toda la pompa y el boato que antes perteneció al Emperador, el Obispo de Roma se autoproclamó como Rey de reyes, vicario o sustituto de Cristo, y Dios en la tierra.

 A través de los siglos, muchos líderes católicos han identificado al Papa como el Anticristo de que hablan las Escrituras. En el Sínodo de Reims del año 991, el Obispo Arnulfo se refirió al Papa como "el Anticristo que se sienta en el templo de Dios, y se revela a si mismo como si fuese Dios." En el año 1130, San Bernardo dijo que "la bestia del Apocalipsis, a la cual fue dada boca llena de blasfemia, y que hace guerra a los santos, se ha arrogado la silla de Pedro como león que devora a su presa." Similares expresiones encontramos en Aretas en 1010, Juan de Chartres en 1157, el Abate Joaquín en 1200, Eberardo de Salzburgo en 1240, Ruperto de Lincoln en 1250, el Obispo Probo de Tolosa en 1280, Roberto Gallo en 1290, y muchos otros en distintos siglos.

 Un hecho interesante sobre el título papal de "Vicario" (o sustituto) de Cristo en la tierra, es que en griego la palabra "anti", usada en el Nuevo Testamento como prefijo en la voz "Anticristo", puede a veces significar también "en vez de" o sustituto. En Mateo 20:28, y en Marcos 10:45, esta misma palabra "anti" (traducida "por") se emplea en referencia a la expiación sustitutiva.
 

LA BIBLIA IDENTIFICA AL PAPA COMO ANTICRISTO

 Teniendo presente la descripción que hace Pablo del Anticristo en su epístola a los Tesalonicenses, veamos qué se revela en el libro de Apocalipsis.

 A fin de entender el Libro, debemos primero saber que tomado literalmente es una descripción de la visión o serie de visiones de Juan (Apocalipsis 1:10). Esas visiones tienen un significado profético; y en muchos lugares la Biblia nos dice que ellas no deben considerarse como descripciones literales de eventos históricos (Apocalipsis 1:20; 19:8; 17:15,16,18; 12:9; 5:6,9, etc.) Por tanto, interpretando estas visiones nunca debemos profesar de sabios (Romanos 1:22), y antes bien, poner de lado nuestra propias ideas, y ver cuidadosamente las explicaciones de la visión que Dios mismo nos da en el propio texto (Apocalipsis 17:18; 1:20; 12:9, etc.)

 Por ejemplo en el capítulo 17, versículos 3 a 6, Juan describe una mujer que es llamada Babilonia la Grande. En el versículo 18 de ese mismo capítulo, Dios explica la visión. Nos dice que esa mujer que Juan vio "es (tiempo presente) la gran ciudad que reina (tiempo presente) sobre los reyes de la tierra." (Apocalipsis 17:18). Este uso del tiempo presente apunta a la época en que Juan escribía: en ese tiempo Roma era la gran ciudad que reinaba sobre los reyes de la tierra. Por consiguiente, "Babilonia la Grande" es Roma.
Tomando en cuenta que Roma es la misteriosa Babilonia, examinemos los capítulos 12, 13 y 14 de Apocalipsis, que Ud. puede comenzar a leer.

 El capítulo 12 empieza con una descripción de una mujer, vestida de sol, y en trance de parir. En el libro de Isaías encontramos una descripción paralela de esa misma mujer. En ambos registros la mujer trae un "niño hombre" (Cristo), y es también la madre de todos los creyentes. (Compare Isaías 66:7-10 con Apocalipsis 12:1-5,17. Vea también Marcos 3:31-35 y Gálatas 4:26). Isaías identifica a esta mujer como Jerusalén, o Sión, que es la colina sobre la cual Jerusalén se levanta. Así personificada, la alusión de Isaías a Jerusalén o Sión refiere a la Jerusalén espiritual, el Israel espiritual, que es la Iglesia de Dios (Gálatas 4:26).

 En seguida vemos al demonio, descrito como un gran dragón rojo (Apocalipsis 12:3,4,9). Obrando primero mediante Herodes, y después por los líderes judíos, el demonio trata de destruir a Cristo. Pero Cristo es elevado al trono de Dios (Apocalipsis 12:5). Habiendo fracasado en destruir a Cristo, el demonio entonces se dispone a destruir a la Iglesia Cristiana (Apocalipsis 12:17). En este punto Satanás todavía obra a través de los judíos para tomar el encargo de esa persecución (Hechos 4:17,18; 7:57-60; 8:1-3; 9:1-2; 13:50; 14:19; 20:3; 21:27-30 y 23:12).

 El capítulo 13 comienza con la descripción de una gran bestia, que toma a su cargo la guerra de Satanás contra los creyentes cristianos (versículos 1-7). Sabemos por la historia que la persecución del gobierno romano siguió a la de los judíos. También la descripción de esta bestia es muy similar a la que representó a Roma en la visión del capítulo 7 de Daniel (ver Daniel, versículos 7,17,21; y compare también con Daniel 2:36-40; 8:20,21 y 7:1-7,17-23). La referencia a Babilonia al final de esta sección de Apocalipsis (14:8) también indica que se refiere a Roma. Cuando Constantino hizo de la cristiandad la religión oficial de Roma, y mudó la sede del gobierno de modo que la ciudad ya no fue capital oficial del Imperio, pareció como si la gran bestia que había perseguido a los cristianos hubiese recibido un golpe mortal. Sin embargo la bestia fue revivida, y la persecución continuó más fieramente que nunca, esta vez a todos quienes no fuesen católicos (Apocalipsis 13:3).

 Siguiendo con el capítulo 13, vemos surgir al falso profeta, que parece un cordero pero que habla las palabras de Satanás (Apocalipsis 13:11). Este falso profeta hace a los hombres producir una semejanza de la Roma imperial. En otras palabras, les conduce a moldear una institución calcada o similar a ella, una imagen de Roma: Apocalipsis 13:14.
El falso profeta es el portavoz de esa institución -quien la hace hablar-, y hace que todos se arrodillen ante ella, siendo llevados a someterse y obedecerla antes que a Dios (Apocalipsis 13:15).

 El falso profeta hace entonces que cada quien reciba una marca. Si se entiende el evangelio, se entenderá que esta marca es sólo para los no creyentes condenados (versículo 18.) Y el número dado a la marca es 666.
Consideremos que el número 7 es empleado en la Escritura denotando completitud o perfección. En el séptimo día Dios completó la semana creacional; ver también Levítico 4:6 y 26:18; Salmo 12:6; Mateo 18:21,22, etc. El número 6 es en cambio el número del hombre, que fue creado en el sexto día. De modo que podemos concluir que el número 666 indica un hombre, que aparece como siendo superior, o santo, pero que no obstante queda corto respecto a la perfección requerida por Dios, y simbolizada en el número 7.
En otras palabras, el número 666 es un número de hombre porque significa la justicia humana, que por supuesto no alcanza la perfección que la ley de Dios exige (Isaías 64:6, Mateo 5:48, Romanos 10:3-4). Como la justicia humana es la de las obras, entonces el número 666 denota la doctrina de la salvación por obras, que es y será siempre la marca del Anticristo. Y como la Biblia nos advierte, todos quienes acepten esa doctrina morirán en sus pecados, y entrarán a la eternidad sin ser perdonados (Apocalipsis 14:9-10).

 El capítulo 14 comienza con una visión de los redimidos (versículo 3). Esos 144 mil no son todos los redimidos, sino sólo los primeros frutos (versículo 4). Son los fieles que Dios se reservó para Él, con anterioridad a la gran difusión del evangelio al tiempo de la Reforma (versículo 6; 1 Reyes 19:18; Romanos 11:4-5). La Escritura misma, por su referencia a Sión en el versículo 1, identifica a esos redimidos como el Israel verdadero, espiritual, la iglesia invisible. (Compare el versículo 5 con Juan 1:47; y con Romanos 2:28-29. También compare Apocalipsis 14:1,6 con 7:4,9.)

 Siguiendo con el capítulo 14, vemos después un ángel, un mensajero de Dios, en el versículo 6. Este ángel ha sido considerado desde hace mucho como una referencia a Martín Lutero, a quien Dios empleó a fin de restaurar el evangelio para el mundo al tiempo de la Reforma Protestante. Con la aparición de este ángel se anuncia la caída de Babilonia (Roma: versículo 8.)

 A la luz de lo que se ha revelado desde el comienzo del capítulo 12 hasta aquí, podemos ver la sangre derramada -descrita al final del capítulo 14-, como una referencia a las sangrientas guerras religiosas que siguieron a la Reforma. Fue cuando los Papas trataron de destruir al movimiento Protestante por la fuerza de las armas (ver Apocalipsis 14:9,10,20). Durante toda esta tormenta, Dios recogió una poderosa cosecha de almas (versículo 15), cuando millones de personas aceptaron el evangelio de salvación por la sola gracia mediante la sola fe (Efesios 2:8).

[Nota: el presente ensayo fue escrito antes de la caída del Comunismo en Rusia y Europa Oriental]

 Los capítulos 15 y 16 siguen describiendo la ira de Dios contra Roma (Babilonia). Vease Apocalipsis 15:6-7 y 16:2,6. En el capítulo 16, versículo 13, vemos tres espíritus inmundos, saliendo respectivamente del dragón (Satanás, Apocalipsis 12:9), de la bestia (Roma), y del falso profeta (los Papas). Estos espíritus inmundos trabajan para poner a los gobiernos del mundo en contra de los creyentes.
Y esto es justamente lo que vemos hoy en el mundo. Adán Weishaupt, el fundador de la orden luciferina de los "Illuminati" (iluminados), fue entrenado por los jesuitas. Los Illuminati están indirectamente conectados con la formación del movimiento comunista. Y en todo el mundo el clero católico está involucrado con el movimiento comunista. Han producido una así llamada "teología de la liberación", que emplean para justificar la revolución comunista. Conozco católicos anticomunistas, que me comentan acerca de las actividades comunistas de su clero.
Esto no debería sorprender a nadie. El Papado (no las congregaciones católicas, sino el Papado que las controla) y el Partido Comunista, son los dos brazos de Satanás para la ejecución de su ataque a los creyentes. Comparten el mismo espíritu de hostilidad al evangelio, y entre ambos han matado millones de cristianos.

 En el mundo de hoy, los gobiernos son cada vez más hostiles a la religión cristiana. Tengo en mi archivo caso tras caso de cristianos sufriendo injusticias por el sesgo "antifundamentalista". Los cristianos son perseguidos incluso en EE.UU.
Si esta hostilidad hacia los cristianos es la misma que se describe en Apocalipsis 16, entonces el futuro depende de si en los capítulos 17 y 18 se da cuenta de los mismos eventos que en 13 y 14. En 13 y 17 vemos a la gran Babilonia (Roma). En 14 y 18 leemos: "Babilonia ha caído" (Apocalipsis 14:8 y 18:2). Por tanto, la cuestión es: ¿describen estos capítulos los mismos sucesos? ¿O veremos a Roma restaurada en su poder en el futuro?
Si los hechos descritos en los capítulos 17 y 18 están aún en el futuro, entonces podemos esperar ver al cristianismo triunfar sobre el comunismo. Pero veremos una "iglesia mundial" controlada por Roma, antes del regreso de Cristo. De hecho, una comparación de Apocalipsis 18:1-2 con 14:6,8, podría indicar que luego de establecer Roma una "iglesia mundial", habrá otra Reforma; una Reforma mundial, de la cual resulte Satanás atado, para que no pueda engañar más a las naciones, y mantenerlas así en la tiniebla espiritual (ver Apocalipsis 18:1-6 y 20:1-3; 2 Corintios 4:4).
 

CONCLUSIÓN

 Mucha gente piensa que el Papado ha cambiado, que ya no es hostil al evangelio como una vez lo fue. Sin embargo, Roma no ha cambiado, sino que Dios le ha despojado de su poder político. Si alguien piensa que Roma ha cambiado, yo le invito a tratar de distribuir folletos evangélicos en un país como Colombia en Sudamérica, o en España. Muy pronto descubrirá que Roma no ha cambiado, y que la Biblia deja muy claro que nunca lo hará. Pero el último Papa será destruido por Cristo con el brillo de Su llegada, y por el Espíritu de Su boca (2 Tesalonicenses 2:8).
 

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